«Tuvo que pasar una pandemia, para que los gobiernos pongan los ojos en un vehículo resiliente y “limpio”» Entrevista a Andrea María Navarrete.

Hace ya unos años me encontré con una entrevista a Andrea y ahí comencé a conocer muchas cosas nuevas del cicloactivismo feminista y también de un espíritu absolutamente contagioso, combativo y con una profundidad distinta a lo que había leído al momento por estas regiones en español.

Andrea fue profesora universitaria de Bucaramanga-Colombia. Hoy es consultora en proyectos de movilidad y género y para mi es una referente en cicloactivismo y tiene muchísimo contenido e ideas para compartir. Tenía pendiente esta entrevista escrita para preguntarle muchas otras cosas.

Me alegra mucho haberla conocido, aunque no personalmente pero ya pudimos entrevistarla en Bicivilizados Radio. Abajo les dejo el audio para escuchar también.

Ojalá les guste porque es super interesante, a disfrutarla y a seguirla.

Hay muchas entrevista y artículos asociados a tus cicloviajes que imagino amás pero ¿Tu amor por la bicicleta y el activismo nace con el cicloviaje? Contanos más sobre tu historia y cómo te iniciaste ciclista.

El primer amor fue por el objeto bicicleta, en una especie de culto por el objeto de mi deseo. De niña siempre quise una, pero no la recibía, en ningún cumpleaños ni en ninguna navidad, como regalo de mi madre o de mi padre. Aprendí a montar en bici como a los 13 años, en la bici de una persona cercana de ese entonces, y aprendí sola. No fue nada del otro mundo y esa relación de la máquina-mujer se dio muy fácilmente. Pero, mi primera bici, la vine a tener a los 21 años, ya en la universidad. El viaje fue a los 33 años, así que cuando hice el viaje, pues ya era tremenda activista de la bici, ya había participado de varios eventos de la bici en otros lados, ya era embajadora de una reconocida marca, Specialized y ya había escrito mi tesis de maestría, una metafísica de la bicicleta.

Ya que está, es una pregunta un poco cliché y simple, pero ¿Cómo aprendiste a andar en bici, quién te enseño? ¿Qué recuerdos tienes de eso?

Nadie me enseñó. Aprendí sola. Ahora que lo recuerdo, yo no aprendí con la bici de la persona cercana, como dije en la pregunta anterior. Acabo de recordar que, en mi infancia, durante las vacaciones de la escuela, mi mamá nos inscribía a mis hermanas y a mi en un programa llamado “vacaciones recreativas”, que se desarrollaba en una biblioteca pública muy cerca de mi casa de ese entonces. Y, esa biblioteca está ubicada (aún existe) en un parque que tiene una especie de circuito en el centro, de la Dirección de Tránsito de Bucaramanga. Yo creo que ahí aprendí a montar en bici, pero no porque alguien me enseñara, sino porque alguien me prestó la bici, yo me subí y aprendí sola a pedalear. Yo creo que fue ahí, pero es un recuero muy difuso. Tengo más nítidos los recuerdos de mis 12 o 13 años pedaleando en la bici de una persona cercana.

¿Hoy día tenés preferencias por ser una ciclista urbana que pedalea en las ciudades o por ser una cicloviajera? ¿Qué cosas tiene y cómo disfrutás cada una?

Yo soy una mujer en bici. Eso quiere decir que me gusta ir por las ciudades, pero también quiere decir que no descarto volver a vivir una experiencia tan increíble como es hacer un viaje en bicicleta. La ciclista que sí tengo claro que no seré es la ciclista competitiva, de ruta o mtb, o downhill, o cualquiera de esas experiencias asociadas con el ciclismo deportivo. Esa ciclista no seré. Del ciclismo urbano me queda la capacidad de observar la ciudad por donde pedaleo: sus calles, sus vías, sus otros -otras pedaleando, su organización. Y observar para intentar hacer algo para que las experiencias de las mujeres en bici sean experiencias alegres y plenas. De ser cicloviajera me queda la reflexión de que hay que moverse para que el mundo se mueva y que para ir lejos, hay que viajar ligera. Entonces, aunque en este momento vivo en Bogotá, la ciudad de mi padre, y la ciudad que amo, y aquí soy ciclista urbana, sigo viviendo con poco equipaje para que, el día menos pensado, vuelvo a emprender mi vuelo, ese que me llevará muy seguramente al Sudeste Asiático o a algún destino europeo a seguir haciendo del tránsito mi vida.

Andrea María Navarrete Teórica práctica urbanista Ciclista/Ciclofeminista/Paseante.

Andrea María Navarrete

«El viaje fue a los 33 años, así que cuando hice el viaje, pues ya era tremenda activista de la bici, ya había participado de varios eventos de la bici en otros lados, ya era embajadora de una reconocida marca, Specialized y ya había escrito mi tesis de maestría, una metafísica de la bicicleta.»

¿Cómo se relacionan y nacen tus activismos? ¿Moverte en bicicleta te hizo feminista o te convertiste en ciclista siendo ya feminista? ¿O ninguna de ambas?

Cuando me subí a la bici, empecé a observar mi ciudad natal de otra manera y me di cuenta que allá estaba prohibido ir en bici. Habían más de 70 de estas señales . Y solo montando en bici me di cuenta que existían. Así que en 2013 las inventarié y empecé a exigir a los gobiernos de turno que esas señales no deberían existir en una ciudad tan pequeña y tan ahogada en su propio humo, como Bucaramanga. Ya no existen (desde el 2018), pero fue una lucha de años. Y en eso armé comunidad. Y en eso, fui aprendiendo que ir en bici fue mi decisión política. Y creo que ser activista es de las posturas sociales y ciudadanas más importantes de mi vida, y me apropié de tal manera como lo hacemos con lo innato, con lo que no es he dado por derecho de nacimiento, como el uso de una lengua materna. Y yo creo que en ese camino me hice feminista. Para mi fue muy potente conocer la relación histórica de las mujeres y la bici, otrora, cuando las sufragistas lucharon por la conquista del voto en una bicicleta; cuando supe que las mujeres de la época victoriana, subidas a una bici, se liberaron de ropas opresivas, y se dispusieron a conocer el territorio solas. Y se les llamó la “nueva mujer”, y no pudieron reconocerlas de una mejor manera. La bicicleta fue el primer vehículo que le permitió a las mujeres moverse solas, no ser llevadas.

Y conocer todo eso, más mi actitud defensiva al derecho a la ciudad en mi bicicleta, más esa energía imparable que hizo de mi la mujer que soy, la ciclista que soy, pues irrefrenablemente, como la misma bici (que no tiene reversa y va de frente), me hice feminista. Y lo hice subida en una bicicleta.

A mi entender el activismo parece tener ganada cierta lucha en las redes sociales en cuanto a discurso, o bueno a veces pareciera eso, pero ¿Por qué creés que nos cuesta tanto llevar nuestros reclamos e ideas a los medios masivos y sostenerlos?

Porque la bicicleta responde a otra economía, a otra energía, a otro “negocio”, a otra forma de concebir el mundo, a otra narrativa. Y por eso nos ha costado trabajo. Pero tuvo que pasar una pandemia más mediática (perdón decirlo así, pero las millones de personas que mueren por enfermedades respiratorias o en siniestros viales no han causado la suficiente conmoción en paralelo y simultáneo, como sí lo logró el Coronavirus) para que los gobiernos pongan los ojos en un vehículo resiliente y “limpio”, que nos garantice el distanciamiento físico e individual, que además ayuda a disminuir la contaminación del aire (¿acaso no nos sorprendemos, con estos dos meses de confinamiento, de los colores del cielo sin esa nube gris espesa sobre nuestras ciudades?). Y ahí vamos.

¿Tuviste ganas alguna vez de dejar de lado toda la lucha militante del ciclismo y solo dedicarte a pedalear?

Los colectivos ciclistas son sistemas que se rompen en tanto pierden de vista el interés colectivo, posicionar y defender a la bici, y empieza a contaminarse esa defensa con egos y carencias. Eso lo viví desde el momento uno de todo esto. Entonces, por supuesto que he querido mandar al carajo todo, porque nada más agotador que sostener el ego de muchos. Y a mi me pasó con el primer colectivo en el que estuve, con un hombre pequeñito que quiso apagar todo el trabajo que habíamos sumado muchas personas y, particularmente, el mío. Y ahí fue cuando emergió mujeres bicibles, el colectivo que me dio todo para llegar donde estoy y trabajar por las mujeres en bici. Yo siento, y es la primera vez que lo digo en un medio de comunicación, que ese ciclo con mujeres bicibles ha terminado, o al menos el mío. De las colectivas creadas, muchas se acabaron, otras se cambiaron el nombre, otras no funcionaron y la que yo lideraba, la que iba conmigo a todo lado donde voy, seguirá en el corazón. Pero he crecido como activista, como académica y como consultora, así que mi trabajo, aunque tiene una base activista, hoy día es mi sustento y proyecto de vida. Es muy curioso porque en el viaje en bici, por ejemplo, que se supone me dedicaría a pedalear, pues la motivación mayor era conocer a otras mujeres que quisieran armar sus colectivos en otros lados, aunque también viví el viaje por el viaje. Pero es muy importante que las mujeres nos organicemos, nos encontremos, contemos lo que nos pasa y escuchemos a las otras, trabajemos juntas y multipliquemos nuestras defensas y conquistas.

Andrea María Navarrete Teórica práctica urbanista Ciclista/Ciclofeminista/Paseante.

Andrea María Navarrete

«Pero es muy importante que las mujeres nos organicemos, nos encontremos, contemos lo que nos pasa y escuchemos a las otras, trabajemos juntas y multipliquemos nuestras defensas y conquistas.»

¿En que cosas has cambiado tus ideas en tantos años de pedaleo y activismo ciclofeminista?

El mundo es grande y ancho. Ya no es la ciudad donde nací. De niña jamás creí que todo esto iba a pasar. De adolescente jamás creí que todo esto iba a pasar. Y hoy creo q puedo llegar a cualquier lado y que puedo llegar pedaleando, y no solo hablo del movimiento físico y del giro de las bielas; hablo de lo que la bici me ha permitido conocer desde el lenguaje de las posibilidades, esa narrativa que a veces a las mujeres nos es negada porque tenemos que ser madres, o buenas hijas y no alejarnos mucho de casa, o buenas compañeras y no brillar tanto ni hablar tan duro. La bici me dio un discurso de empoderamiento, de emancipación, de encuentro, de diálogo con otras, con otros. Y eso se ha hecho más potente con el paso de los años.

¿Crees que muchas veces el activismo se encierra mucho en sus propios discursos y egos?

Claro que sí, y por eso hay que cerrar los ciclos y seguir el camino. Y eso no significa cancelar el tema, no afectarse por las cosas que han sido las causas propias. Significa que hay que explorar otras orillas para seguir haciendo lo mismo: subiendo gente a la bici, transformando ciudades, ampliando narrativas, visibilizando experiencias de viajes, aplicando la perspectiva de género y todo lo interseccional a los análisis, incidiendo, participando, sumando. Y, por qué no, dejándolo todo, una vez más, para volver a viajar en bici.

¿Pensás seguidamente en como hacer para convencer al resto de moverse en bici?

Todos los días. Y, particularmente, pienso en que puedo hacer para acabar con la brecha de uso que existe entre hombres y mujeres, que es enorme especialmente en nuestros países latinoamericanos. Todos los días pienso en eso y tengo la fortuna de pensarlo para mi trabajo. Esa es una de mis más grandes posibilidades.

¿Cuáles son las herramientas que utilizás tanto para convecer a alguien y cuáles son las que usás para discusiones más políticas sobre el uso de la bici como elección de vida?

La primera y más poderosa es la que va en primera persona. No hablo de nada que no viva todos los días. Cuando enseñé a mujeres a pedalear, creo que las motivaba porque me veían a mi movilizándome en bici. Cuando viajé y buscaba armar grupos, hablaba de la relación histórica de las mujeres y la bici y era yo, ahí en una ciudad cualquiera, luego de días y meses de viaje en bici, hablando de eso. Y eso es potente. Hoy que trabajo con el gobierno, lo hago aportando lo que sé desde los enfoques de género y diferencial, a la luz de los derechos de las mujeres y desde una perspectiva feminista. Lo hago participando en estudios que buscan visibilizar las experiencias de las mujeres en bici. Lo hago actualizando mis discursos, escuchando a otras mujeres potentes que vienen también alimentando los análisis de la movilidad con perspectiva de género, a la luz de los viajes y del trabajo del cuidado. Lo hago defendiendo a las mujeres. Lo hago pensando cómo disminuyo el sesgo de género amplificando las voces de las mujeres, armando redes. Lo hago siendo crítica. Siendo ácida. Fastidiando también un poco. Y todo eso lo hago subida a una bici. No me bajo. Porque a mi trabajo llego en bici. Porque es una extensión de mi cuerpo.

Andrea María Navarrete Teórica práctica urbanista Ciclista/Ciclofeminista/Paseante.

Andrea María Navarrete

«Lo hago actualizando mis discursos, escuchando a otras mujeres potentes que vienen también alimentando los análisis de la movilidad con perspectiva de género, a la luz de los viajes y del trabajo del cuidado. »

Has viajado bastante por Lationamérica, una región muy desigual sin duda. ¿Qué impresiones positivas y negativas te quedaron comparando al uso de la bicicleta que tuviste en tus viajes por Europa?

Durante los viajes me sorprendió que la mayoría de los colectivos bici son liderados por hombres. Eso también lo vi en España. Cuando fui a Alemania o a República Checa, fui en otro plan y no hice un recorrido tan profundo como lo hice en Suramérica y en España. Así que mis referentes en primer persona y carne propia son estos últimos. Sin embargo, yo sí quisiera defender una cosa y es que tenemos que construir nuestros propios paradigmas. Es decir, lo que funciona en Ámsterdam o en Paris, no estoy tan segura que encajen tan perfectamente en nuestras realidades del “Sur”, por llamarlas de alguna manera. Tenemos todo el conocimiento del territorio para planear estas ciudades con nuestras realidades. Y las mujeres estamos participando en esa construcción, aunque aún con bastante dificultad. Y siento que esto es lo que viene pasando con el Covid: nos puso a pensarnos con lo que tenemos, a escala de barrio, a escala local, colectivamente, así aparentemente en el mundo coincidan las acciones. Y es muy poderoso esto.

Andrea María Navarrete Teórica práctica urbanista Ciclista/Ciclofeminista/Paseante.

Andrea María Navarrete

«Durante los viajes me sorprendió que la mayoría de los colectivos bici son liderados por hombres. Eso también lo vi en España. »

El covid19 y una pandemia letal en menos de 60 días ha puesto el mundo dado vuelta. ¿Tenés esperanza y sos optimista en que lxs poderosos y no tanto, tomarán caminos más respetuoso y reales con el medioambiente y la naturaleza o por lo contrario luego de esto todo será más desigual y sin cuidado?

No. Siento que lo que están llamando “nueva normalidad” muy pronto va a ser más de lo mismo. Y pido perdón por mi pesimismo.

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