Laura es periodista ecofeminista, activista ambiental, formada en comunicación entre muchas cosas y demás de todo, editora de Florestanía un sitio que lo definen así: «Florestanía es un cuerpo vivo, no es “nuestro”, es un espacio de reflexión colectivo y abierto a quién quiera hacerlo.»
Por supuesto que también es ciclista y creo que esto le dio a esta entrevista una perspectiva increíble a la hora de ver las cosas.
Les invito a leer unas muy profundas respuestas, con mucho compromiso social y principalmente muy diversa en sus pensamientos.
Estoy super contento de haber intercambiado con ella esta entrevista y espero pronto poder conocerla en persona o también entrevistarla en nuestro programa de radio Bicivilizados Radio
¡Gracias a ella por haber respondido y sumarnos una capa más de conocimiento!
Es un término y movimiento con muchos años ya pero ¿Qué cosas implican ser y cómo te convertiste en Ecofeminista?
Implica cuestionar la forma en que nos vinculamos entre humanes y con les no-humanes y actuar desde otra perspectiva, conectada con lo experiencial, lo afectivo, la interdependencia, la responsabilidad y valorando esos aspectos de la vida. Retomando la idea de Murray Bookchin de que la dominación de la naturaleza es consecuencia de la dominación de los humanos por los humanos, diríamos también – y quizá principalmente desde el ecofeminismo – que es la consecuencia de la dominación de algunos humanos sobre les otres, pero esos “algunos humanos” no son cualquiera, responden al arquetipo de varón blanco burgués occidental y cis-hétero. Básicamente, es entender cómo las sociedades patriarcales construyen, habilitan, promueven y reproducen cierto tipo de vínculos entre los seres vivos y sus entornos de tipo jerárquico, desigual, de opresión y explotación de unes sobre otres, del varón sobre todo lo que no es varón (y por varón entendemos una cierta posición de sujeto en una relación social, que tiene privilegios sobre todas las otras posiciones no-varón).
Creo que podría decir que devengo ecofeminista porque encontré en ese conjunto de teorías, prácticas y compañeras, una red de afinidad con la cual comprender mi propia experiencia en el mundo y pensar sobre lo que me incomoda, por qué y cómo podría ser mejor, de forma colectiva.
¿Qué objetivos atraviesan y motivan a una comunicadora con perspectiva de género, la conservación de la biodiversidad?
El objetivo siempre es contribuir a un mundo más piola, donde la diversidad no sea desigualdad, sino un rasgo característico y valorado de la vida misma. La comunicación es una teoría pero también una herramienta para lograr eso. En cuanto a la conservación de la biodiversidad, me interesan bastante las prácticas de conservación que trabajan sin excluir las cuestiones sociales, navegando en la complejidad que significa tratar de resguardar ecosistemas y especies de flora y fauna, podríamos decir los seres más desvalorizados en este tiempo que nos tocó vivir. Integrando miradas y saberes desde el ecofeminismo, el anti-racismo, la ecología de saberes, etc.
Es un desafío y ahí radica la motivación también, cómo combinar tantas perspectivas diferentes para afrontar los desafíos de la supervivencia de gran parte de la vida en este planeta, cuestionando y tratando de revertir, a la vez, las lógicas que sostienen las conductas más opresivas y normalizadas.
¿El cine también puede ser un método de activismo político ambiental? ¿Cómo es su activismo?
Hay una gran parte de la producción fílmica que es una gran aliada en esta lucha. A mi el cine me parece una excelente herramienta de educación (para bien y para mal, digamos…) El activismo “audiovisual ambiental” parece una gran herramienta para hablar de cuestiones vitales de otra forma: qué se cuenta, con qué fuentes, qué temas, desde qué mirada, etc. Incluso ya se hace cine pensando en cómo minimizar el impacto ambiental del rodaje y la producción. Hay festivales enteros de cine ambiental, como el FINCA, que son una usina de pensamiento colectivo genial. Además de ver una buena peli, aprendés sobre un tema, aportan ideas a los colectivos activistas que pueden estar en luchas similares, dan espacio para que circulen voces que no suelen estar en otros lados, vinculan las luchas, todo eso y más.
Siento humildemente que en la comunicación tanto la del medio ambiente, como la de la movilidad muchas veces la hacemos o se convierte en algo muy sofisticado. ¿Qué opinión tenés acerca de cómo llegarle a las personas desinteresadas sobre el tema y hacerlas tomar conciencia?
Um.. no sé cómo llegarles a las personas a las que no les interesa. Es difícil porque nadie está obligado y después hay cuestiones más estructurales que juegan un papel importante. Creo que primero tenemos que ser conscientes de que la sociedad sin “grietas” no existe, nunca vamos a ser una cosa homogénea, aceptemos que siempre habrá oposiciones, opiniones y gustos diferentes a los nuestros. Ahora, no hay que dejar pasar jamás que detrás de las opciones hay estructuras sociales que sostienen sociedades y prácticas más igualitarias o más desiguales. ¿A qué voy con esto? que una ciudad donde la infraestructura se piensa con el automovilista como sujeto prioritario y donde tener un auto caro funciona como marca de prestigio y diferencia ante el otro, ahí se está jugando una cuestión que tiene que ver con lo simbólico y material, esas diferencias entre distintos sectores de la sociedad producen y son reproducidas por – entre muchas otras cosas-, las lógicas de movilidad de la propia ciudad.
Una ciudad más igualitaria va a priorizar el transporte público, la movilidad más “humana” o “activa” como la bici, caminar, correr, etc. Lo que tenemos en Buenos Aires es totalmente lo contrario, entonces ¿cómo interesás a quiénes? Igual que con el patriarcado, ¿quién quiere voluntariamente renunciar a sus privilegios? Es una tarea difícil, no imposible, pero requiere de mucho trabajo y de mucha lucha, literalmente, de quienes estamos en el lado más triste de la ecuación (siendo mayoría).
No sé si la clave pasa tanto por lograr la atención de los privilegiados como organizarnos les no-privilegiades para diagnosticar mejor la situación y pensar formas colectivas y creativas de cambiarla a nuestro favor. Por supuesto, esto no quiere decir que todos los automovilistas sean indiferentes y para muches el auto es simplemente una necesidad, pero entonces esos ya están de nuestro lado, y lo que necesitamos es generar la cohesión y fuerza suficiente capaz de generalizar nuestros intereses colectivos para que las ciudades sean repensadas y reformadas de forma tal que disminuyan las desigualdades y nos faciliten la vida a todes, eso se logra privilegiando lo público sobre lo privado, básicamente, generando ciudades que habilitan comunidad.
¿Qué es el proyecto Florestania, cómo funciona?
Florestanía es un proyecto colectivo de comunicación y reflexión sobre los conflictos y bondades que surgen de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza. Hablamos sobre experiencias desde los territorios que nos permiten pensar en vínculos horizontales, cooperativos y respetuosos entre sujetos humanos y no-humanos. Nuestro marco de pensamiento se basa principalmente en la ecología política, el ecofeminismo, los Derechos Humanos y los Derechos de la Naturaleza.
También nos interesa muchísimo cruzar estas cuestiones con lo artístico, el arte como una forma de la sensibilidad que responde también a la forma en que nos vinculamos con les otres, con la Naturaleza, y que contribuye a generar maneras más cuidadas y afectuosas de relacionarnos.
Laura Borsellino es formada en Comunicación y Conservación de Biodiversidad (UBA).
Laura Borsellino
«En cuanto a la conservación de la biodiversidad, me interesan bastante las prácticas de conservación que trabajan sin excluir las cuestiones sociales, navegando en la complejidad que significa tratar de resguardar ecosistemas y especies de flora y fauna.»
¿El cambio para enfrentar la crisis ambiental debería ser desde la comunidad mediante las organizaciones hacia nuestros representantes o desde una decisión política con el Estado promotor y hacia el sector público-privado y por defecto llegando a las comunidad?
Yo siempre, siempre, voy por el lado de la comunidad. La comunidad tiene toda la capacidad de organizarse y decidir cómo vivir, nos han expropiado las ganas y también las posibilidades materiales, ya que vivimos bastante agotades de tanto trabajo y problemas por tener que sobrevivir en estas ciudades inhumanas y es entendible que queden pocas energías para ir a resolver problemas que parecen excedernos. Pero necesitamos recuperar la capacidad de decisión sobre cómo queremos vivir nuestras vidas en comunidad.
Esa es una democracia virtuosa, a nosotres que nos movemos en bici o transporte público o a pata creo que nos queda bastante claro que quienes deciden sobre las políticas públicas en esta ciudad (me refiero a Buenos Aires pero dudo que sea muy diferente en cualquier otra) no viajan en colectivo, no usan tren, subte, bici ni caminan.
Es difícil porque hay que recuperar costumbres de sociabilidad destruídas por años de maltrato estatal y subjetivación neoliberal, pero se puede, hay miles de experiencias de grupos que autogestionan proyectos en las ciudades, con otras lógicas. Muchos lamentablemente no sobrevivieron a las topadoras de los últimos años, pero aún existen huertas comunitarias, asambleas, bibliotecas populares, espacios de restauración ambiental, centros culturales, radios comunitarias, proyectos colectivos de reservas naturales urbanas, etc.
Yo creo que va por ahí, y que desde el ecofeminismo hay mucho para aportar porque justamente pensamos la organización de esa forma, desde lo colectivo, la afinidad, la amistad y las redes de contención y ayuda mutua, incluso por fuera y contra las formas patriarcales opresivas del Estado moderno.
¿Cómo está ubicada Argentina como fuente de reserva del litio en el mundo? ¿Está preparándose para no repetir errores del pasado y actuales como la minería destruyendo todo a su paso y dejando poco y nada?
Con el litio estamos al horno, Argentina es la tercera reserva a nivel mundial, el litio está alojado bajo los salares de altura de la puna y ya están en marcha los proyectos para extraerlos (en Catamarca ya funcionan hace rato, en Jujuy también pero con mucha resistencia). El tema del litio es complejo porque se promociona como la alternativa en la transición a una economía que no dependa de los combustibles fósiles, pero acá creo que vale recordar que Maristella Svampa que siempre nos advierte que seamos cauteloses con no ser quienes banquemos la transición de los países ricos, exportando el litio y quedándonos con los pasivos. Me parece una advertencia más que pertinente. Lo mismo podría decir de las mega-represas que también nos quieren vender como “energía renovable”, pero que de hecho no es nada sustentable, lo mismo el fracking o ahora las granjas industriales para cerdos, una masacre a gran escala.
Por otro lado, la promoción del auto eléctrico como solución es otra gran mentira, porque de nuevo, no pasa por la fuente de energía solamente sino por todo un simbolismo y una materialidad que construye y sostiene a la tecnología automóvil, que simplemente es contraria a un modelo de territorio y movilidad que priorice la Naturaleza y a todo lo vivo. Metemos autos eléctricos (que para cargarlos necesitan la matriz energética que ya existe) sin cambiar la lógica de uso y movilidad de la ciudad, que es lo que justamente estamos discutiendo.
En Argentina se vulneran los derechos de las comunidades originarias y de la protección al ambiente, de las especies migratorias, y de la fauna en general (que además suelen ser especies vulnerables como vicuñas y flamencos) que viven en la Puna, de donde se extrae el litio, que como buena minería es altamente contaminante y sobre todo, abusadora del recurso hídrico, que en esas zonas desérticas es un bien muy escaso. Para “pagar” la transición a una “economía verde” se destruyen ecosistemas y vidas ¿es aceptable eso?.
¿Cómo es la relación del medio ambiente, nuestro cuidado con la biodiversidad, el capitalismo y la aparición de nuevas pandemias y enfermedades?
El sistema capitalista es incompatible con el cuidado de la biodiversidad, y con biodiversidad nos referimos a la vida, incluyendo la vida humana. Por ende, a más capitalismo menos cuidado de la biodiversidad y más posibilidades de que surjan enfermedades de todo tipo porque se arrasan los ecosistemas, se homogeniza la diversidad y eso hace que los patógenos tengan más posibilidad de saltar al humane (esto visto desde una perspectiva muy antropocéntrica, pero las mismas posibilidades existen para cualquier especie animal) . Esta pandemia es algo quizá excepcional para nosotres hoy, que somos “privilegiades” en muchos aspectos, pero probablemente no lo sea tanto – en términos de cómo afecta la vida de formas tan terribles – a poblaciones enteras que viven en las peores condiciones de precariedad. Y eso es el día a día de millones de personas en este mundo.
Las villas miseria de Argentina son un ejemplo de eso, es constante y no parece que nos está escandalizando tanto, eso lo naturalizamos, literalmente.
El capitalismo avanza convirtiendo todo en una cosa de la cual extraer ganancia, intenta acaparar todo, es fácil de ver cuando pensamos en cómo cualquier espacio “ocioso” es apropiado para algún negocio. Por ende, creo que es necesario asumir que necesitamos defender esos intersticios donde la lógica es otra y avanzar en una desmercantilización urgente de la vida y los vínculos.
Desde una perspectiva ecofeminista es muy claro cómo el capitalismo patriarcal convierte a la vida en cuerpos a disposición, para apropiación, uso y ganancia del hombre dominante, por eso la frase que siempre levantamos es “ni los cuerpos ni la tierra somos territorio de conquista”, no es poesía, es literal.
Al parecer tiene muchos puntos de relación pero ¿Qué semejanzas y diferencias puede haber entre organizaciones ambientalistas y organizaciones ciclistas militantes y políticamente activas?
Umm supongo que tenemos más cosas en común que diferencias. Probablemente, lo principal que nos interesa es que se nos reconozca el derecho a hacer uso del espacio público en condiciones de igualdad y seguridad para todes. Luego hay particularidades, como en toda disputa, intereses y prioridades distintas, pero siendo que vivimos en un planeta como este y somos seres vivos, la cuestión ambiental es transversal a todas las otras que atraviesan la vida de cualquier ser vivo.
No sé si generalizar porque hay muchos grupos diferentes con distintos intereses, calculo que algunas cosas en común como la necesidad de reducir la cantidad de vehículos privados impulsados a combustión, la necesidad de fomentar más infraestructura ideada para ciclistas y peatones, ahora seguro también coincidimos en que queremos que nuestras ciudades prioricen las calles y espacios, que son de todes, en favor de la gente, menos autos estacionados haciendo uso privado del espacio público y más calles cerradas, con vegetación y amigables para socializar más.
Lo que está en juego es cómo creamos el mundo donde queremos vivir, de forma colectiva y lo más igualitaria posible. Y algunos de los grupos que están dando esa discusión con más ímpetu hoy, al menos acá en bs as, parecen ser ciclistes (entendidos como quienes usamos la bici para cualquier tipo de actividad, no sólo desarrollo deportivo), ambientalistas (acá también coexiste una gran variedad de prácticas) y las feministas / ecofeministas, sin dudas porque integramos la cuestión de género que construye desigualdades que tienen que ver tanto con el acceso al espacio público como con el derecho a un ambiente sano y cómo nos impactan de forma distinta y desigual, dependiendo de tu identidad generizada.
Foto de Laura Borsellino.
Laura Borsellino
«Lo que está en juego es cómo creamos el mundo donde queremos vivir, de forma colectiva y lo más igualitaria posible. Y algunos de los grupos que están dando esa discusión con más ímpetu hoy, al menos acá en bs as, parecen ser ciclistes (entendidos como quienes usamos la bici para cualquier tipo de actividad, no sólo desarrollo deportivo), ambientalistas (acá también coexiste una gran variedad de prácticas) y las feministas / ecofeministas,»
Al principio de la pandemia del covid-19 muchxs se esperanzaban que irían a cambiar algunas realidades para bien sobre el cuidado del planeta y de la movilidad pero esto se está demostrando que no sería tan así. ¿Cómo crees que nos encontraremos si en algún momento recuperamos cierta normalidad de relación social que conocíamos anteriormente?
Quizá la clave pase por aceptar también que la diversidad es no esperar que todo el mundo haga y piense lo mismo. Tal vez por ahora sea muy difícil cambiar la gran mayoría de realidades, que según nuestro entendimiento y deseo no son lo mejor ni lo que querríamos, pero seguro que sí hay muchas iniciativas pequeñas que ya estaban en marcha o surgieron durante la pandemia, y creo que hay que ver y valorar eso. No todo está mal del todo, sí es cierto que estamos perdiendo la batalla y nos están incinerando – literalmente – pero no esto no está terminado. De hecho la cuestión de las quemas está en boca de todes gracias a la movilización (incluso con aislamiento y encerrades) y eso no es poca cosa. Y seguramente algo va a suceder porque ya gran parte de la sociedad no tolera esa situación. Al menos que nos pasen por encima no está siendo tan fácil, no?
No sé si será posible volver a la “normalidad” de antes de la pandemia, y si queremos hacerlo. En todo caso, la salida siempre es colectiva, está bueno asumir el desafío de pensar qué mundo queremos, especialmente para quienes vienen “detrás” nuestro, niñes que van a tener que vivir en un planeta destrozado, no es justo para elles, es nuestra responsabilidad que puedan tener una vida digna, y no esperar que los gobiernos lo hagan por nosotres porque no va a suceder, simplemente están para otra cosa.
En fin, yo prefiero apostar por la capacidad autogestiva de la comunidad, pero para eso también necesitamos hacer una reflexión profunda sobre el modo en que nos estamos vinculando y ahí creo que es clave toda la teoría y práctica ecofeminista, para repensar nuestras propias conductas y construir desde otra perspectiva, con valores más acordes a la valoración de los afectos, al cuidado de la Naturaleza y la desmercantilización de la vida.
La aparición (si es que fuera así) de una vacuna que combata el covid tan tempranamente en tu opinión ¿Será positivo o definitivamente algo negativo para las decisiones en lo que respecta al medio-ambiente?
No creo que la vacuna en sí repercuta en el ambiente. La vacuna siempre va a ser algo bueno, siempre que sea de acceso público y no un negocio, la necesitamos, esto no es chiste. Pero con eso sólo no alcanza, creo que tenemos que trabajar mucho en reflexionar cómo nos relacionamos con nuestros entornos, por más artificiales que nos parezcan, la vida está en todos lados y tenemos que re-aprender a relacionarnos mejor sin oprimir ni destruir a otres.
Independientemente de la vacuna, en mi opinión el acceso a la salud (que es mucho más que la medicina) debería ser universal, gratuito y de calidad y una prioridad de las sociedades. Que nuestros hábitats sean ambientalmente saludables es parte constitutiva de una vida que vale la pena vivir.
Foto de Laura Borsellino.
Laura Borsellino.
«No todo está mal del todo, sí es cierto que estamos perdiendo la batalla y nos están incinerando – literalmente – pero no esto no está terminado. De hecho la cuestión de las quemas está en boca de todes gracias a la movilización (incluso con aislamiento y encerrades) y eso no es poca cosa. »
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