El golpe seco de tacos de polo quiebra el silencio de la noche. Seis jugadores pedalean, ágiles, sobre el cemento. Allí, en una plaza de Palermo, el juego de los reyes –como se lo llamó desde sus orígenes en Persia hace ocho siglos– tiene un descendiente lejano y urbano, el bikepolo o polo en bicicleta. El que convoca, tres veces por semana, un promedio de 20 jóvenes en el único punto de la Ciudad donde se lo practica. Y donde cada vez son más.
“Es una forma de celebrar la cultura de la bici . Y son 10 minutos en los que no pensás en nada más”, explica Pablo Calvo (32), moviendo las manos como despejando preocupaciones. “Te da un control total de la bici –agrega–. Después, en medio del tránsito andás con habilidad y sin miedo”. El fue uno de los primeros que, en abril de 2010, llegó a esa cancha de fútbol en Plaza Unidad Latinoamericana, sobre Acuña de Figueroa y Costa Rica, e inició el deporte en el país. “Eramos cuatro amigos que usábamos bicicletas de piñón fijo , una moda en Estados Unidos y Europa que pasó de las pistas a la calle y muy ligada al bikepolo. Por eso tuvimos la idea de jugar.
Ahora viene gente de toda la Ciudad ”, recuerda…
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